El histórico ascenso del partido antiinmigración Demócratas de Suecia (SD), una formación a la que sus enemigos políticos no dudan en calificar de racista, está a punto de arrebatar el poder a Magdalena Andersson, la primer ministra socialdemócrata. El resultado, sin embargo, es tan extraordinariamente apretado, con una diferencia provisional entre bloques de un punto y tres escaños, que no podrá confirmarse hasta el miércoles, cuando se hayan contabilizado los votos por correo de los suecos residentes en el extranjero.
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