Cultivos reducidos a polvo, pozos y presas totalmente desecados, miles de animales en busca de una mísera gota de agua que llevarse a la garganta. New South Wales, el estado más populoso de Australia, lleva sumergido más de un mes en una de las sequías más demoledoras que se recuerdan. La situación es tan límite en zonas rurales, dependientes del fruto productivo de sus campos o de sus animales, que el gobierno ha tomado una drástica decisión: cazar canguros.
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