Los ameros han defendido que los carruseles de ponis suponen prácticas de una enorme crueldad hacia estos animales, no sólo por las condiciones de alojamiento, alimentación, transporte y socialización, sino por el trato que reciben y la explotación a la que son sometidos: jornadas que se prolongan durante 8 ó 10 horas de media dando vueltas sobre un eje y llegando a alcanzar hasta 2.000 vueltas por jornada, descansos breves y falta de sustitución de los animales en un mismo día, dolores por la sujeción de la silla de montar, roce continu
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