La proporción de ancianos entre la población de presos en Japón está aumentando. Antes se creía que eran los jóvenes, incapaces de distinguir entre el bien y el mal, quienes cometían la mayor parte de los delitos, y que la gente de más edad, ya con familia, tendría más dificultades para mostrar comportamientos antisociales. Los presos de 60 años o más solo representaban un 2,5 % del total en 1976. Sin embargo, según el Papel Blanco sobre Delitos de 2017, esa franja de edad asciende ahora a 3.750 individuos, un 18,3 % del total de 20.467 presos.
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