Se sucedieron duras sesiones de quimioterapia, esos goteros de esperanza contra el cáncer... Costó mucho, pero Carles no dio nunca su brazo a torcer. Llegó el trasplante autólogo y con él, poco a poco, la recuperación. Toda una victoria del equipo médico y sanitario apoyada por el calor humano de asociaciones, familiares, amigos... Soledad, su madre, ha contado la experiencia, no sin esfuerzo, ha valorado la crueldad de esta enfermedad; el vigor que tuvo que sacar para sonreír, porque "era preciso".