Efectivamente, la economía colaborativa ofrece posibilidades que van más mucho más allá de lo que puede ofrecer la lenta maquinaria que tiene casi paralizada la mayoría de las administraciones. En este aspecto, da igual que hablemos de Madrid, Roma, París, Berlín o Nueva York. Al parecer, todas las administraciones detrás de las ciudades tienen en común haber influido en el surgimiento de cauces de colaboración que están haciendo tambalear la forma en que se venían entendiendo determinados ámbitos como el turismo, el transporte y la educación.
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