El Tribunal de Cuentas Públicas puso en la diana al centro Automotive Intelligence Center, pero desapareció de su lupa cuando el órgano fiscalizador pasó a estar presidido por José Luis Bilbao, quien en su etapa al frente de la Diputación de Bizkaia había sido padrino institucional de AIC y colocó a un amigo en la dirección. El organismo también avaló la iniciativa Hiriko, el fallido coche eléctrico que dilapidó 18 millones en ayudas públicas.
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