Las normativas europeas que prohíben la fabricación de motores de combustión interna en el año 2035 y que, hasta entonces, van limitando las emisiones de los coches nuevos y sometiendo a fuertes multas a los fabricantes que pueden llegar a los 16.000 millones de euros están poniendo en serias dificultades a la práctica totalidad de los fabricantes europeos del automóvil.
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