Es triste vivir preso y es normal echar de menos, aunque hay algo curioso en la añoranza de estas últimas semanas y es que echamos en falta aquello que nunca tuvimos, aquello que no hicimos o que desperdiciamos. No éramos felices, pero creíamos serlo. El aislamiento, la soledad del confinamiento nos lo confirma: No estamos más solos hoy encerrados que ayer en libertad.
Comentarios
Echo de menos levantarme a las 7 de la mañana y pasarme 30 minutos de pie en el metro mientras fantaseo con ahorcarme.
#1 Y al final te corres con eso?
#2 Sólo cuando el de seguridad me aguanta la mirada.
Poder abrazar a las personas a las que aprecias.