La brutal violación múltiple y asesinato de una estudiante en 2012 sacudió a India del letargo en el que vivía respecto a la violencia contra la mujer. Ahora, más de siete años después, el inminente ahorcamiento de cuatro de los seis condenados por el llamado caso Nirbhaya (valiente, en hindi) supone un desenlace que no satisface a las activistas, que lo consideran una cortina de humo y cuestionan la eficacia de la pena capital en un sistema judicial anómalo que desprotege a las víctimas.
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