La presunción de inocencia no es una concesión al culpable. Es la última defensa del inocente. Y, sin embargo, hemos oído recientemente a la ministra María Jesús Montero decir, sin un atisbo de vergüenza, que resulta «indignante» que la presunción de inocencia tenga más peso que la declaración de una mujer. Y más aún: que esta garantía jurídica no debería aplicarse en casos de violencia de género.
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