Ir al psicólogo sigue siendo un lujo en muchos países de la Unión Europea. Incluso en alguno de ellos la atención de la salud mental no forma siquiera parte del sistema público de salud, como ocurre en Bulgaria, Francia o Letonia, lo que empuja a los pacientes a las consultas privadas. La situación no es mucho mejor en aquellos otros en los que la sanidad pública sí incluye la visita a un psicólogo: los copagos, el número limitado de sesiones, la falta de profesionales y las listas de espera vuelven a provocar malos servicios.
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