Fueron desalojados durante su protesta en una oficina bancaria. “Se castiga a la gente que ocupe una oficina bancaria aunque esté abierta al público es un delito gravísimo”, decía Joaquín, que añadía: “Estamos muy preocupados, con cierto miedo pero vamos a seguir luchando por la dignidad de la gente”.
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Parece que queda algún que otro cura de los que entienden su propia religión.