En una zona residencial de Tánger, próxima a uno de los principales hospitales de la ciudad, hay toda una manzana cercada por un muro de color crema de tres o cuatro metros de altura, sin ventanas ni rendijas, cubierto de manchurrones de humedad y con decrépitas torretas de vigilancia, de ventanas endebles y polvorientas, en cada una de sus esquinas. Tres de sus cuatro costados dan a callejones estrechos llenos de garajes y talleres, tiendas de alimentación y descampados cubiertos de barro y basura. Pero frente a la entrada principal de la pris
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estuve viendo el programa de encarcelados, y en una de las prisiones tenían el sistema inglés de no se qué. Era muy pulcro y muy metódico, y aunque la periodista lo criticaba todo, servía para su función, que era mantener a los presos encerrados, que para eso están en la cárcel, para no salir de pingo. Y allí no había peleas, ni suciedad ni desorden ni rebeliones. Un muy buen sistema de reclusión, porque de las cárceles no se puede salir más bruto y más violento.
Me gustó y lo comento aquí por si a alguien le interesa tirar de este hilo.
Tenían sus necesidades cubiertas, y su atención sanitaria.
Eso lo hizo en Madrid Ayuso con miles de ancianos
El terrorismo de estado tiene muchas formas. Que se lo digan a los de Israel o a Trump que los presionó con estar juntitos a cambio de reconocer que Marruecos tiene más tierras de las que son suyas.
El camino de la sociopatización está siempre muy concurrido y lleno de amigotes a los que hay que obedecer o montan cipostios impresinantes. Como golpes de estado y tal.