Hace poco más de una semana una imagen desgarradora corrió como la pólvora por las redes sociales. Se trataba de una foto realizada por Andrés Kudacki durante el desahucio de una anciana de ochenta y cinco años en Vallecas, doña Carmen Martínez. Más que indignación, en las líneas que acompañaban a su infinita difusión se leía una idea muy clara: «esto no puede pasar, hay que hacer algo». El Rayo Vallecano lanzó una campaña de apoyo. La alcaldesa de Madrid ha prometido una «vivienda tutelada».
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"Parece evidente que es necesario prohibir que exista acceso al crédito cuya devolución no está asegurada. Este caso puede estar muy claro (y para mí, al menos desde la distancia, lo está) pero habitualmente la frontera es mucho más difusa que lo que se observa aquí"
Lo que parece evidente es que una persona que puede asegurar la devolución del crédito no debería pagar los mismos intereses que una persona que no lo asegura. Sin embargo, para un cliente normalillo eso no es así y todo cristo paga igual, a lo sumo, el solvente paga un riñon y al insolvente le cobran dos, pero nunca hay crédito razonable y exento de usura, que es el que tendría que existir para animar a la gente a consumir sin sentir que se descapitaliza. Los bancos reciben el dinero prestado casi regalado, recordemos esto.