La cuestión va mucho más allá de un simple uniforme. Es una cuestión de ética, un dilema de difícil solución. ¿Por qué no puede usar una mujer o un hombre adulto su cuerpo como reclamo publicitario? Sería ético, como digo, siempre que se respetara la libertad de elección, punto donde se encuentra la mítica controversia.