Entre las principales causas de destrucción se encuentran unos estados nacionales débiles y permisivos, subordinados a las élites que durante siglos han conservado el poder mediante la apropiación de bienes públicos para fines privados y que se benefician de la fuerte presión de la demanda mundial de productos de bajo valor añadido (carne, soja, etcétera).
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Palabra de Dios,saqueamos señor.