Sucedió en 1981, los negociadores de la policía llevaban horas intentando en vano convencer al hombre para que no saltara. Informado de la situación que se vivía apenas a unas manzanas de su domicilio, Ali tardó cuatro minutos en presentarse en el lugar montado en su Rolls Royce, se bajó del coche, atravesó la calle sin hacer caso a la multitud que se agolpaba y que animaba al joven a que saltara, y entró en el edificio. 20 minutos más tarde, Alí y el suicida, se montaban en el Rolls Royce dirección a la comisaría más cercana.
"Volví a mi coche y llamé a Ali de todos modos," dijo Bingham. "Le dije a Ali había un tipo aquí en un edificio cerca de una milla de su casa y tal vez podría pasar."
Dentro del espectro de especialistas para atender una crisis de suicidio, a alguien convenientemente se le ocurre llamar a Muhammad Ali, vaya pasada.
No es el caso, pero me recuerda el suicidio convenientemente resuelto por Erdoğan.
Comentarios
La policía no lo haría tan mal cuando pasaron horas sin que el tío se tirara.
"Baja de ahí o te meto un par de hostias que te dejo mirando para Arkansas"
"Volví a mi coche y llamé a Ali de todos modos," dijo Bingham. "Le dije a Ali había un tipo aquí en un edificio cerca de una milla de su casa y tal vez podría pasar."
Dentro del espectro de especialistas para atender una crisis de suicidio, a alguien convenientemente se le ocurre llamar a Muhammad Ali, vaya pasada.
No es el caso, pero me recuerda el suicidio convenientemente resuelto por Erdoğan.