Sharbat Gula tardó décadas en saber que, en 1985, fue protagonista de una icónica fotografía —portada de National Geographic— que representa como ninguna otra la dramática vida de los refugiados afganos. Fue tomada un año antes, en 1984, en un campamento de refugiados de Pakistán, donde en esos momentos había unos tres millones de afganos. Lo que, quizás, todavía no sepa Sharbat Gula, es que no es una persona en Occidente, es una fotografía. Su vida, en toda su expresión, no vale un centavo; su fotografía, en cambio, no tiene precio.
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