Diez años después de denunciar por acoso sexual a un superior y conseguir que fuera condenado, la médico militar canaria Elisa Romera ha sido jubilada del Ejército. El «infierno» vivido entonces la sumió en un estado anímico que no superó y se agravó una vez destinada a Canarias, donde vivió otra situación compleja. Defensa considera ahora que no es «apta», pero lo desvincula del sufrimiento vivido.
La junta médico pericial de Las Palmas –integrada por tres personas– la reconoce y concluye que Elisa no es apta para el desempeño militar por el sufrimiento que acumula en sus años en el Ejército.
El expediente se remite a Madrid y entonces Defensa decide hacerle un nuevo reconocimiento. La citan en Madrid y a través analíticas, radiografías y escáneres, determinan que efectivamente no es apta pero rectifican el informe de Las Palmas y desvinculan su patología de los abusos sufridos. «Así zanja y tapa Defensa un caso que pondría en entredicho la imagen del Ejército y el proceder de algunos de sus mandos, en un mundo que continúa siendo para los hombres», dice Elisa.
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La junta médico pericial de Las Palmas –integrada por tres personas– la reconoce y concluye que Elisa no es apta para el desempeño militar por el sufrimiento que acumula en sus años en el Ejército.
El expediente se remite a Madrid y entonces Defensa decide hacerle un nuevo reconocimiento. La citan en Madrid y a través analíticas, radiografías y escáneres, determinan que efectivamente no es apta pero rectifican el informe de Las Palmas y desvinculan su patología de los abusos sufridos. «Así zanja y tapa Defensa un caso que pondría en entredicho la imagen del Ejército y el proceder de algunos de sus mandos, en un mundo que continúa siendo para los hombres», dice Elisa.
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