Merkel está preocupada, muy preocupada. Y no por la inmigración o por su debilidad parlamentaria. Lo está, sobre todo, por el divorcio en ciernes con los Estados Unidos de América, nuestro único aliado estratégico posible. Afuera, habita la nada. Merkel odia a Putin, los chinos no son de fiar. ¿Qué le queda, entonces, a Europa? La canciller se ha sincerado con Sánchez y nuestro presidente ya es consciente de la gravedad de la situación. Vivimos tiempos peligrosos y Europa tendrá que encontrar su sitio.
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#0 Doñana, Tartessos y el grave secreto de Merkel y Sánchez
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