El efecto llamada existe. Es una llamada de verdad. Telefónica. Un inmigrante indocumentado que comparte un cuartucho con otros diez en Madrid y corre ante la policía para poner a salvo las imitaciones baratas de bolsos de moda, rasca monedas hasta tener suficiente para una tarjeta telefónica. La coloca en la ranura de una cabina y se hace conectar con un pueblo en alguna parte de África. "Sí, estoy bien", dice,"me va muy bien".
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