Para muchos, de hecho, la única opción moralmente aceptable es la que, supuestamente, conduce a minimizar el coste en vidas humanas al precio que sea. Pero, si se ha seguido el argumento anterior, se entenderá que, de actuar de esa forma, bajo ciertos (quizás pesimistas) supuestos podría ocurrir que nunca pudiésemos volver a la “vida normal”. La razón es que bajo condiciones muy estrictas de confinamiento y distancia entre personas, los contagios llegarían prácticamente a desaparecer, por lo que apenas aumentaría el número de personas inmunes,
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