No me mueve otro interés que no sea el deseo que prevalezca la verdad y desmentir a quienes, ya sea porque estaban comprometidos o por un espíritu vengativo, o por su ideología política, achacan toda la responsabilidad a las autoridades del país y no toman en cuenta que la principal culpabilidad fue del villano que, desafortunadamente, era el Embajador del reino de España, Máximo Cajal y López, cómplice de los invasores supuestamente pacíficos a su embajada.