Los PFAS también se denominan “sustancias químicas permanentes” porque son de naturaleza extremadamente persistente, apenas se descomponen y contaminan el agua potable, el suelo o el aire. Tardan hasta mil años en descomponerse en la naturaleza, también siguen estando muy presentes en nuestros cuerpos y en el medio ambiente. Algunos PFAS son contaminantes hormonales o disruptores endocrinos y se relacionan con impactos en los sistemas inmunológico, reproductivo y hormonal, así como con una respuesta reducida a las vacunas.
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