Los actos de pequeño formato abundan en esta campaña electoral. Los partidos son conscientes de que, con el hartazgo que hay en la ciudadanía, lo máximo que se le puede pedir al electorado es un último esfuerzo para votar. Pero que no se puede esperar que acudan en masa a los mitins, y menos en pleno puente. Como mucho se espera más asistencia a los actos cuando vienen los primeros espadas. Y a veces ni eso. Es lo que ha ocurrido con el acto de Íñigo Errejón en Barcelona.
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