El 83% del territorio está considerado como terrenos aptos para la práctica de esta actividad. Básicamente, en muchas comunidades prácticamente solo se excluyen los núcleos urbanos y algunos terrenos pertenecientes a parques naturales. Llama la atención si comparamos los datos de la anterior tabla con los datos de superficie ocupada por los cotos de caza, una actividad que solo practica el 1,81% de la población del Estado.
La actividad cinegética es utilizada como una forma de crear contactos y relacionarse entre las élites. Además, esto se ha convertido en un gran negocio, ya que permite montar grandes cacerías donde literalmente se paga por cazar y de paso generar contactos.
Solo hay que ver quienes son los 100 mayores propietarios de esos cotos de caza.
Lo es literalmente, no solo en cuanto al reparto y uso del territorio, sino en cuanto a su esencia. No se puede hablar de la tierra de conejos (significado literal de la designación prerromana) como si fuese un ente político, pues ni existe una nación española en su sentido decimonónico, francés, ni existe un pueblo (un volk en el sentido alemán, folclórico-cultural), ni existe un Estado funcional (lo más aproximado fue el reino de taifas musulmán), ni ningún otro agrupador que permita definir colectivamente al español. El ente llamado España no es más que un significante vacío que quienes mandan en este territorio se ocupan de rellenar en cada período según las modas políticas extranjeras (monarquía, república, dictadura, democracia, etc.) pero que no representa ningún orden político que permita una sociedad funcional. El funcionamiento de España es exactamente el de un coto, un territorio que no importa, no se cuida, no se cultiva, no se ordena, solo se obtiene de él lo que interesa y el siguiente que venga, que arree.
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La actividad cinegética es utilizada como una forma de crear contactos y relacionarse entre las élites. Además, esto se ha convertido en un gran negocio, ya que permite montar grandes cacerías donde literalmente se paga por cazar y de paso generar contactos.
Solo hay que ver quienes son los 100 mayores propietarios de esos cotos de caza.
#2 La escopeta nacional.
Lo es literalmente, no solo en cuanto al reparto y uso del territorio, sino en cuanto a su esencia. No se puede hablar de la tierra de conejos (significado literal de la designación prerromana) como si fuese un ente político, pues ni existe una nación española en su sentido decimonónico, francés, ni existe un pueblo (un volk en el sentido alemán, folclórico-cultural), ni existe un Estado funcional (lo más aproximado fue el reino de taifas musulmán), ni ningún otro agrupador que permita definir colectivamente al español. El ente llamado España no es más que un significante vacío que quienes mandan en este territorio se ocupan de rellenar en cada período según las modas políticas extranjeras (monarquía, república, dictadura, democracia, etc.) pero que no representa ningún orden político que permita una sociedad funcional. El funcionamiento de España es exactamente el de un coto, un territorio que no importa, no se cuida, no se cultiva, no se ordena, solo se obtiene de él lo que interesa y el siguiente que venga, que arree.
#1 «I-span-ya» se traduce como tierra donde se forjan metales, ya que «spy» en fenicio (raíz de la palabra «span») significa batir metales.