La política tremendista escenificó ayer un primer ensayo del Apocalipsis. Sonaron las trompetas, se oscureció el cielo y comenzó a llover granizo y fuego mezclado con sangre. El panorama era dantesco. Pablo Casado, fuera de sí, comenzó a lanzar espumarajos por la boca. Agitadísimo, Albert Rivera con
Comentarios
Vuelven los autos de fe
¿Y cuándo no está agitadísimo Rivera?