Los comunitarios en el Reino Unido éramos como los viajeros de primera clase en el Titanic. Disfrutábamos de tranquilos paseos por cubierta, comíamos en salones con cubertería de plata, teníamos camarote propio y sabíamos que si las cosas se ponían mal, seríamos los primeros en tener acceso al bote salvavidas. O lo que es lo mismo, nunca tuvimos que preocuparnos por el acceso a la sanidad pública, pagar tasas universitarias más caras, entrar y salir del país cuantas veces quisiéramos o traernos a nuestros familiares a vivir con nosotros.
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