Juan Antonio Ruiz Román es un hombre feliz que cerró cualquier cuenta pendiente. Esa paz personal armoniza con la belleza de los cerrados de Majavieja, su hogar campero en esa ruta del toro que se abre de Lora del Río a Constantina. La decisión no es casual: el diestro de Espartinas ha escogido vivir cerca de los mismos toros que un día le procuraron fama y hacienda y a los que ahora cuida con mimo. No deja de ser un tributo a su propia trayectoria.
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"Entonces...¿por cada torero que muere en la plaza hay diez viviendo en libertad?"
No tengo intención de vivir muchos años, pero ojalá sean suficientes como para ver la tauromaquia extinta y rechazada por la sociedad. Llegando ya a la tercera década del siglo XXI y que tengamos que aguantar no sólo que exista la tauromaquia, sino que desde lo público se les siga subvencionando la puta barbarie esta por motivos ideológicos.
PD bueno en libertad no, pero viven.
Pues vale, si el toro bravo es una raza creada artificialmente para disfrute sádico-cultural del respetable, no hay problema en que se acabe extinguiendo. Como si fuese importante mantener esa raza...
Si Espartaco ha dicho eso de “por cada toro que muere en la plaza hay diez viviendo en libertad”, entonces acaba de dar con la fórmula legal para declarar patrimonio cultural la tortura de bebés humanos: basta torturar solo a uno de cada diez. Por cada bebé humano torturado, habrá diez viviendo en libertad.
Es más, los traficantes al menos no torturan animales hasta la saciedad y sacan provecho de ello. Ya me parecen hasta más respetables.
Un novillero se tiene que pagar los toros para torear, no solo no cobra sino que todos los gastos van de su cuenta y luego un torero de los de renombre ganan millones mientras le echa la culpa a los comunistas por tener al mundo del toreo en la miseria.