Hace 7 años | Por Llaqui a attac.es
Publicado hace 7 años por Llaqui a attac.es

El desarrollo de los acontecimientos en la zona euro está llevando a numerosos expertos a cuestionar cada vez más la conveniencia de continuar perteneciendo a la moneda única europea. CTXT ha aprovechado la publicación del libro El Leviatán desencadenado (Lola Books) para conversar con su autor sobre las posibilidades, los riesgos y las dificultades que para el Estado español acarrearía dotarse de “soberanía monetaria” a través de la puesta en circulación de una nueva moneda. Como ilustración previa nos emplaza a la lectura de una fábula...

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Llaqui

Como pequeña ilustración previa a la conversación, Stuart Medina Miltimore nos emplaza a la lectura de una fábula extractada de un libro del economista Michal Kalecki para observar la naturaleza del dinero y de la moneda desde una perspectiva diferente a la convencional.
En una empobrecida aldea judía, cuyos residentes estaban sumidos en el endeudamiento viviendo del crédito, un rico y pío judío llegó un día y se alojó en la posada local, tomando la precaución de pagar la factura por adelantado. El viernes, para no incumplir la prohibición del Sabbath de llevar dinero, entregó al posadero para que lo custodiase un billete de 100 dólares. El domingo al alba, el judío dejó la posada antes de que el posadero hubiese tenido ocasión de devolverle el billete.
Unos días después, el posadero decidió que el rico judío no regresaría, así que cogió el billete de 100 dólares y lo usó para saldar su deuda con el carnicero local. Encantado, el carnicero entregó el billete a su esposa para que lo custodiase. Esta lo utilizó para saldar sus deudas con una costurera local que le hacía vestidos. La costurera utilizó el dinero para pagar los atrasos de alquiler a su casero. El casero, contento de cobrar por fin, le entregó el dinero a su amante, que ya hacía tiempo le había estado prestando sus favores sin compensación. La amante utilizó el billete para saldar su deuda en la posada local donde de vez en cuando alquilaba una habitación.
Así ocurrió que el billete volvió al posadero. Aunque no se había celebrado ninguna transacción nueva ni se había creado ninguna renta, las deudas de la aldea habían sido saldadas y todos contemplaban el futuro con optimismo renovado.
Dos semanas después, el rico judío regresó a la posada y el posadero pudo devolverle el billete de 100 dólares. Para su asombro, el judío cogió el billete, le prendió fuego y lo usó para encenderse un cigarrillo. Al observar al posadero, el judío se rió y le explicó que el billete, de todos modos, era falso.