Por estos días nació mi primera hija, Elisa, después de haber resistido el estrés y los avatares que como familia afrontamos durante los primeros meses del embarazo en Cuba. Al principio tuvimos miedo, pues nadie logra desprenderse del todo de aquella propaganda omnipresente que afirma que en Estados Unidos cualquiera se muere por falta de atención médica. A pesar de los mensajes de aliento de amigos muy queridos, en el fondo teníamos la incertidumbre de cómo sería posible integrarnos en el sistema de salud.
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