Tenemos una deuda pública en el máximo histórico del 95´7% del PIB, que ya es a todas luces impagable. Una deuda derivada de asumir como pública la inmensa deuda privada, principalmente, del sector financiero. El gobierno necesita urgentemente liquidez para, al menos, ir pagando los vencimientos. En consecuencia tiene que subir los impuestos, pero como eso ya lo ha hecho y no es muy estético, lo llama reforma fiscal. Reforma ideológica y que vuelve a castigar a los de siempre: a la clase trabajadora.
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