En el presente artículo exponemos su historia, el trabajo de Shulgin, quién le puso el nombre de "éxtasis" y el vergonzoso momento en que se prohibió. Y como la cereza de este sabroso pastel, elaborado con un constante bombardeo de datos –que encantará a las mentes más abiertas y escandalizará a las más retrógradas, o simplemente demasiado manipuladas para pensar por sí mismas y olvidar sus prejuicios–, por primera vez en español, un bioquímico profesional traduce el método para que, en teoría, cualquiera pueda sintetizarlo.
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