Tres semanas después de la potente explosión registrada en el puerto de Beirut y que arrasó buena parte de la ciudad, los esfuerzos por volver a la normalidad se topan con la falta de alimentos ocasionada por los daños registrados en las instalaciones de la que era la principal puerta de entrada a Líbano de importaciones y por el enorme impacto psicológico que ha dejado la tragedia.