Ismail (¿se llamará así?) saltó el día de los 500 y ya tiene trabajo. Viene de Malí. No sabe español, ni inglés, ni francés. Sólo su idioma. No tiene más de 25 años. En su mundo es un triunfador. Sonríe. Es feliz. Ha encontrado trabajo y lleva menos de una semana en España. Su empleo es vigilar los coches que los melillenses dejan aparcados junto al cementerio cuando van a visitar a sus muertos. "Si le das un euro te lo limpia y deja reluciente", dice un vecino.
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