El cambio del modelo de atención a las personas con enfermedad mental conllevó el cierre de los manicomios. Pero fue una transformación se quedó coja y que acabó llenando las cárceles de presos con patologías mentales y sin ofrecer recursos suficientes para tratar a estos enfermos fuera de las cárceles. El preso "se encuentra en un entorno hostil sujeto a una estricta disciplina que no entiende ni comprende, no está correctamente evaluado ni tratado. A raíz de todo esto, su aislamiento de la realidad es cada vez mayor.
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No son sólo los penitenciarios psiquiátricos. Las enfermedades mentales siempre han sido la hermana pobre de la sanidad. En una enfermedad común los pacientes se medican y aprenden a convivir con la dolencia. En los transtornos mentales no y queda en manos de la familia el curso de las mismas, sin formación para el cometido que tienen que asumir quieran o no.