Hace unos días, la popular prescriptora de moda Arii, que tiene 2,6 millones de seguidores en Instagram, perdió un contrato después de que solo lograse vender 36 camisetas de una marca con la que colaboraba. Su caso ha puesto bajo el foco la burbuja alrededor de un fenómeno que ha perdido credibilidad a medida que el dinero ha laminado su independencia como prescriptores.
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