Greenpeace vincula el trucaje de los motores diesel practicado por Volkswagen y otros fabricantes con la contaminación que sufren grandes capitales como Madrid, que obligan a los ayuntamientos a restringir la velocidad y el tráfico urbano. “Es evidente que las instituciones y gobiernos europeos están más preocupados por seguir defendiendo los intereses de la industria del automóvil, que la salud de sus habitantes y frenar el cambio climático” “Es necesario un giro político completo para anteponer el interes de las personas y el medioambiente"
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