Hace 9 años | Por kimnet a directa.cat
Publicado hace 9 años por kimnet a directa.cat

Ha quedado en libertad a pesar de que, durante el registro de su vivienda, se encontraron nueve pistolas, cinco revólveres, tres escopetas, dos fusiles y una carabina. Traducción en #1

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El 20 de septiembre, un amplio dispositivo coordinado por la División de Asuntos Internos de los Mossos d'Esquadra –por orden del juzgado de instrucción número 10 de Barcelona– tiró la puerta del domicilio particular de un agente de la Guardia Urbana de Barcelona situado en la calle Lleida. Los investigadores esperaban encontrar una caja fuerte llena de dinero, pero no sospechaban que toparían con un verdadero arsenal de armas de fuego. Desde un pequeño revólver con mango nacarado hasta una carabina Sabre Defence, pasando por fusiles Cetme, pistolas Colt, Astra, Glock y Mauser, así como escopetas Winchester y Remington. Gran parte de las armas se encontraban dentro de una caja fuerte de la marca Infae Safe de un metro y medio de alto y 30 centímetros de anchura; el resto estaban en el comedor del domicilio.

Al agente José Oriol D.O., también le intervinieron 2.750 euros en metálico, la placa profesional, actas de inspección rotas de los locales Blackout y New Riviera, cinco teléfonos móviles, una guía de tenencia de armas para personal con licencia A y un carné de la sala Luz de Gas a nombre suyo. Todos estos objetos se requisaron y quedaron depositados en el juzgado como pruebas de cargo contra el agente por los presuntos delitos de soborno, revelación de secretos y cooperación con organización criminal. A pesar de la gravedad de las acusaciones, este policía y otros tres que fueron detenidos aquella misma noche quedaron en libertad, a la espera de juicio. No ha sido hasta hoy, que se ha dado a conocer la existencia del arsenal de armas a su domicilio.

La investigación del caso empezó hace un año y está subdividida en dos piezas principales, llamadas Policemans y Pepitos. En el primer apartado, hay las interceptaciones telefónicas donde aparecen los casos de la adquisición irregular de cervezas requisadas y la manipulación de un atestado del qué informamos ayer. Al segundo apartado, titulado Pepitos, figura la detención del agente de la Guardia Urbana que poseía el arsenal de armas y otros tres agentes que trabajaban al turno de noche de los distritos de Ciutat Vella, Sants-Montjuic y el Eixample. Según se explica a la investigación, a los cuatro se los acusa de colaborar con una red delictiva de locales de ocio capitaneada por el propietario de la cadena Carlitos Group. Las delaciones que los policías hacían llegar a los equipos de seguridad de las salas de fiesta, los locales de ocio y los clubes de prostitución evitaban que las inspecciones acabaran con sanción. A cambio de esto, los policías recibían mensualmente un sobre con 3.800 euros. En una de las llamadas telefónicas intervenida, el jefe de la banda definía la relación con los policías de este modo: “Los tenemos contratados”.

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Lo mismo deberían hacer con la policía local de Palma de Mallorca y otras localidades Baleares, lo que sucede aquí sólo es comparable a México