De nuevo nos encontramos con un escenario como el que había en España a la muerte de Franco: un poder que se resignaba a morir a pesar de que ya era incapaz de aguantarse por sí mismo frente a una oposición que no tenía la fuerza suficiente para cambiar las cosas por sí sola. Pactar habrá que pactar, pero la nueva política tiene mucho que perder si entra en relación con los viejos partidos, si entra en su engranaje y se convierten en las muletas del sistema.
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