Quien más y quien menos tiene sus vicios inconfesables. Esas cosas sencillas que nos dan mucho placer pero nos da vergüenza comentar o admitir en público. Uno de esos vicios son los bastoncillos de algodón para limpiarse las orejas. Sí, limpiarse la cera de los oídos provoca más de un gemido de placer, e incluso, si navegamos por la red, en esos foros donde el anonimato nos permite contar aquello que no diríamos nunca cara a cara, hay quien dice que limpiarse los oídos le estimula lo suficiente como para empezar a masturbarse.
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