Hace 5 años | Por --564530-- a nytimes.com
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Durante la breve y solemne ceremonia del miércoles en la que el nuevo emperador de Japón, Naruhito (59), aceptó la espada sagrada, las joyas y los sellos que representan su derecho a sentarse en el trono, estaba flanqueado por sólo dos personas. Levantado a su derecha estaba su hermano pequeño, el príncipe Akishino. A su izquierda estaba su anciano tío, el príncipe Hitachi, sentado en una silla de ruedas. Fue una impactante evidencia visual de la acechante crisis existencial de la familia imperial: le quedan muy pocos herederos.