Debían nadar hasta la embarcación y una vez en ella colocarse el jacket , el dispositivo de flotabilidad al que va adaptado la botella de aire, para saltar al agua e iniciar la inmersión. Lo que ocurrió, según han contado los testigos y ha podido saber este diario, es que los clientes cargaban en la cintura los cinturones de plomos que se utilizan para compensar la flotabilidad del jacket y el traje. Ese sobrepeso convirtió la distancia a nado de los 200 metros hasta la embarcación en una auténtica pesadilla.
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