En noviembre la masa enfurecida lo tildó de monstruo inadmisible. Un mes después cientos de habitantes de la misma región colocaban flores y velas en su honor. Un hombre de 73 de Arnhem, en Países Bajos, murió a consecuencia de las secuelas de una paliza que sufrió a mano de un grupo de adolescentes encapuchados.
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