El 14 de enero de 2014, Isofotón, que en sus mejores momentos llegó a tener casi un millar de trabajadores, despedía a los últimos empleados. La búsqueda de inversores que mantuvieran la actividad en la empresa malagueña no ha dado los frutos esperados –pese al dinero inyectado por la Junta de Andalucía– y el antaño gigante solar español recorre ahora los últimos tramos de la escalera por la que ha ido descendiendo desde que en 2009 iniciara la caída.
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Y así, señores, es cómo revienta una burbuja creada por políticos de medio pelo y pinchada por otros no mucho más listos.