Su padre Edhard, un nazi de las Waffen SS adscrito a las temibles Totenkopf, no se le hubiera ocurrido en la Alemania de 1960 fichar por la CIA para “espiar comunistas cubanos en Centro América”, llevándose a toda la familia consigo. Cuando Edhard Mossack fue capturado al final de la guerra fue un “good boy” en los interrogatorios de los aliados, recuperando en poco tiempo la libertad.
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