Pablo Llarena es español y hace de juez. Eso son dos contingencias de la vida; una, fruto del azar, porque el burgalés podría haber nacido en Dogtown (Alabama) o en Pino sulla Sponda del Lago Maggiore (Varese), y la segunda podría responder a una vocación por la equidad universal, pero resulta que, en el caso que nos ocupa, es la consecuencia lógica de haber nacido en una familia de magistrados y juristas. El ser es como es, así la ley de la gravedad y los michelines que arrastramos los cuarentones,
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