9 de la mañana. Empieza la clase con normalidad. A los 10 minutos me llama mi paraleo. Quieren saber mi versión de los hechos. Sin tener ni idea de a qué hechos se refiere, bajo al despacho de la directora y me encuentro al padre de un crío al que le pegué una bronca el día anterior con los brazos cruzados y varios tics en la cara. Vienen a hablar. Hablar para ellos es revolucionar al AMPA antes de acudir al centro a dialogar con los tutores o la directora y entrar por la puerta pidiendo nombres y DNIs.
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