Una serie de rencillas entre los miembros de dos familias de un mismo pueblo terminaron en agosto de 1990 por costarles la vida a nueve personas. Estas líneas son la prueba real de cómo el germen del odio es la peor de las lacras del ser humano. Disputas, amenazas, peleas, apuñalamientos y toda clase de reyertas hicieron del tranquilo pueblo de Puerto Hurraco, en Badajoz, una de las localidades más negras de la criminología española